martes, 11 de enero de 2011

EN EL AÑO DEL SEÑOR DE 1987

ASPHEM solo puedo contestarte dos cosas, la primera es aceptar que mi deseo de explorar excede mi habilidad. La segunda que me parece una buena idea presentarte a ANN HELL.

Podría comenzar con una frase característica de los relatos cortos cuyo objetivo es atraer el interés del lector y del tipo... Abrumadora soledad aquella del año 1987 o, él implacable destino hacía presagiar los acontecimientos que sobrevinieron en el inolvidable año de 1987, pero es más sencillo que todo eso y me gustaría describirlo sin melodramas ni excesiva vehemencia….

Por imposición, hace más de dos lustros estuve obligado a un internamiento colectivo en una institución estatal.

Entre los cinco jóvenes que ingresamos se encontraba el que sería durante un año no solo mi mejor amigo, sino un inestimable apoyo que hacia agradable una vida casi en cautividad y en constante sumisión, además de convertirse en un referente y en motivo de atracción.

Aunque eran muchas las razones que nos unieron en ese sórdido lugar, desde el principio algo nos atrajo sin conocernos.

En el mismo instante que atravesamos la verja y el portón de hierro que hacía de entrada, nuestras miradas se cruzaron entre temerosas y expectantes mientras nos asignaban nuestros dormitorios y enumeraban la larga lista de obligaciones y normas. La suerte hizo que compartiéramos el mismo cuarto con cuatro patanes más y que el resto de actividades diarias también se nos asignaran conjuntamente.

Día a día descubríamos aficiones paralelas como la música, la escritura, el dibujo. ANN HELL poseía un dominio, un don que a mi me faltaba en todas ellas, por lo que yo adoptaba una posición de fascinación y aportaba sobre todo en lo que a las letras se refiere mi pequeños apuntes. Nuestra forma de vestir era similar, negro sobre negro, disfrutábamos con los mismos grupos musicales.
Pertenecíamos a una escasa y peculiar raza de inquietos inconformistas. Estábamos repletos de imaginación, curiosidad y afán por construir, por concebir, por… crear.

Expoliábamos la biblioteca, emborronábamos cientos de hojas, utilizábamos cualquier cosa que tuviéramos a mano para engendrar creaciones de todo tipo. Fotocopiadoras, ordenadores, maquinas de escribir, cuartillas con el escudo de la institución, todo ello era útil para hacer collages, programas informáticos, publicaciones. Paríamos constantemente belleza, genialidad y técnica.

Siempre discurríamos de forma furtiva y nocturna con la orgullosa a la par que agitada sensación de clandestinidad. Muchas horas de fluidas conversaciones que tocaban todo tipo de temas y nos hacían cada vez más íntimos y sinónimos.

No solo nos ajustábamos en aficiones, también en lo tocante al carácter éramos muy parejos. Rebeldes sin alevosía, aunque durante el transcurso del tiempo y por circunstancias que no voy a comentar, ANN HELL llego en un momento determinado a desvariar su moderación y racionalidad.


Huíamos cobijados por la noche a la ciudad uniformados y masticando libertad para copa tras copa, música más música, luces y humo, empaparnos en alcohol y humanidad. Llegamos incluso a robar la llave de la cocina para poder tomar café y cocinar algún alimento comestible para la cena de regreso de nuestras escapadas. Nos repugnaban casi todos los demás jóvenes que convivían con nosotros, sobre todo los más antiguos, algo tan evidente que hacia que este sentimiento fuera mutuo.

Ahora y con el transcurso del tiempo se que ANN HELL era la esencia, el verdadero creador, fiel a si mismo y seguro de su personalidad, un valeroso caballero leal a su propia integridad que aprendía de los rugidos de los titanes mientras otros escuchaban idiotizados los himnos de los ángeles. Mucho más cobarde y conservador, yo le envidiaba embelesado en una rendida admiración.

Mis últimas y recientes noticias sobre él son que mantiene su espíritu singular, peculiar y exclusivo siempre unido a la creatividad, siempre libre, aunque las circunstancias obliguen al errante artífice a cabalgar entre lo bohemio y lo burgués.

Nuevamente ASPHEM he atendido tus demandas, aceptando tu reprimenda y desprotegido mi animosidad, y para que juzgues tu mismo mi próxima aparición será para mostrarte las señas de identidad de mi apreciado amigo.

RENCOR.

Arphem VS Rencor

Arphem VS Rencor